sábado, 26 de mayo de 2012

Hace trece años (marzo 1 999)

Z conducía en medio de una tremenda caravana de coches, todos intentando llegar a la Antigua República Yugoslava de Macedonia. Junto a ella viajaban su madre y sus hijos.


Z recordaba. Dejaba atrás casa, vida, ilusiones, dramas... todo. Días atrás saltaba de alegría en el balcón de su casa, mientras las bombas de los aviones de la OTAN caían sobre Pristina, bombardeando objetivos militares serbios. El comandante serbio ya había avisado que si la OTAN bombardeaba Kosovo, no quedarían albanokosovares. Y cumplió su amenaza. Y las fuerzas serbias fueron desalojando casa por casa, barrio a barrio, a todos los albanokosovares. A muchos no hacía falta convencerles, seguros de que la represalia serbia se cebaría con ellos, tarde o temprano. Los trenes hacia Skopie iban abarrotados, como reflejaron las fotos del periodista español Miguel Gil -el último periodista internacional que quedaba-. Otros huían en coche hacia Albania y la Antigua República Yugoslava de Macedonia, formando grupos compactos para evitar escaramuzas en el camino.

Z agradecía el gesto de una mujer serbia, que les hizo señas para que pararan y metieran dentro del coche un trozo de ropa de la madre que llevaban colgando. Parece un gesto inane, pero acciones como esta son las que demuestran que las guerras no son entre un bando bueno y otro malo, sino que en ambos bandos hay gente deshumanizada, y gente que sufre, padece y compadece, que no han perdido su condición de humanos. La huida de casa, apresurada, no les permitió recoger muchas cosas, aunque como se barruntaban algo, los preparativos mínimos estaban hechos. Repentinamente una vecina les avisó que las fuerzas serbias estaban desalojando su barrio, y que muchos coches se estaban reuniendo en el centro de Pristina para huir hacia el sur, por Kaçanik. Casi sin pensarlo, metió a todos en el coche. Y se marcharon.

Z asustada vació el contenido de sus bolsillos y bolso en las manos de un policía serbio. Había tenido la previsión de repartir el dinero que les quedaba entre todos los ocupantes del vehículo, escondiéndolo en pliegues de ropa, cosidos. Sucedió cerca de Ferizaj (Urosevac), donde un control de la Policía le hizo parar el coche, bajar la ventanilla y soportar una pistola apuntándole a las piernas. Le piden que les de todo el dinero, a lo que respondió que más no tenía, como se podía comprobar. Y la dejaron continuar.

Z lloraba. La interminable caravana de coches se detuvo antes de cruzar la frontera. La avalancha de personas que huían era tan grande que no había sitio para alojarles tras la frontera, por lo que fue cerrada hasta que la comunidad internacional organizara los campamentos de refugiados; quién sabe cuando. Sin saber que hacer, con la noche encima y sin nada para comer, decidió dar la vuelta de regreso a Pristina. A medio camino le pararon, advirtiéndole que más adelante los paramilitares estaban comenzando a actuar; Sería una locura intentar regresar. Desesperada, toma la vieja y tortuosa carretera de montaña que va hacia Tetovo. Afortunadamente hay muchos menos coches que en la otra carretera. Llegan a un control de soldados serbios. Le preguntan por qué llora, que qué le pasa. Ella estalla y llora, desolada y angustiada, sin fuerzas; No sabe que hacer. Los soldados le indican que avance lo más posible hacia la frontera, por el carril contrario: la frontera estaba cerrada, pero logra parar cerca de ella.

Z pasaba la frontera al día siguiente, sale del horror. Se dirigen a casa de unos primos. Días más tarde consigue un trabajo con las organizaciones internacionales, para organizar los campamentos de refugiados. Ocho días después de aquella dramática noche se abre por fin la frontera de Kaçanik. La caravana había permanecido ocho largos, eternos días sin agua, sin comida, durmiendo en los coches, sin información de lo que sucedía.

Z había tenido suerte.

3 comentarios:

  1. Hola Cantabron. Un comun amigo me ha puesto en la pista de tu blog. Tiene buena pinta. Te seguiré de cerca. Ah!, casualmente hoy toca felicitaciones, no?. Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, y bienvenido al blog.

    Esta entrada creo que no ha quedado muy bien; espero no haber destrozado la historia, y que guste. Es real.

    ResponderEliminar