jueves, 15 de noviembre de 2012

Dos historias de la guerra



Dentro de poco se celebrará el 100 aniversario de la independencia de Albania del Imperio Otomano. En Kosovo los albaneses están preparándose para la ocasión, y las rojas banderas albanesas empiezan a aparecer como champiñones.
Estaba el otro día hablando con A, albanés nacionalista, pero pacífico. Mientras colocaba una bandera, le pregunté por su opinión sobre los serbios, distinguiendo entre los violentos y los que no.

Primero manifestó que todos eran terriblemente malvados. Yo le respondí que lo dudaba, y le puse un ejemplo.
Admitió el argumento, mientras relataba que durante la guerra un grupo de serbios estaba intentando quemar la casa de los padres de A. Un vecino serbio vió al grupo, y les convenció para que no siguieran porque, según les engañó, hacía unos días le había comprado la casa al padre de A. El vecino ya no vive en su casa, marchó tras la guerra por miedo a represalias albanesas. Me decía A que a pesar de lo buen hombre que era, su hijo sirvió en el ejercito. Yo pensaba, mientras hablábamos, que tampoco tenía por que haber hecho animaladas.

En una calle cercana, donde vive Z, otro serbio, S, hacía de recadero de sus vecinos albaneses. Estos no podían salir de casa, así que el buen hombre se encargaba de comprar lo que le pedían. Uno de sus vecinos albaneses le embromaba “S, recuerda traerme un matiatto”. S al final de la guerra también marchó, para evitar igualmente represalias. Z me decía que S era una buena persona, pero que hubo rumores de que cuando, tras la guerra, algunos albaneses entraron en casa de S, encontraron ropa militar posiblemente perteneciente al hijo de S. Más rumores, fantasmas, cotilleos de poco fundamento.

Todos tenían miedo, unos primero y otros después. Gente buena, que tenían la lacra de permanecer a una etnia o a otra. De todos estos nadie se acuerda.

Lees la prensa, y gente que posiblemente cometió barbaridades logran aparecer como ejemplos a seguir -algunos pasando de villanos a héroes gracias al apoyo de determinadas potencias mundiales- medrando gracias al control que tienen de sus respectivos paisanos, metidos en todo tipo de negocios ilícitos: contrabando, robo, coacción, corrupción…

Mientras tanto, cada etnia vive inmersa en un círculo de temor, rencor y odio, del que es muy difícil salir. Y lo peor, los niños maman esta situación, dejando poca esperanza a una pronta reconciliación, estudiando en libros de historia totalmente tendenciosos; pongo un ejemplo: en reciente encuesta, la mayoría de los jóvenes albaneses cree que los muertos en la guerra fueron 100 000, cuando en verdad fueron 10 000; Además, desconocen –algunos lo niegan tajantemente- que también hubo víctimas serbias. Los libros serbios niegan el genocidio que existió contra los albaneses.

Una vez un hombre sabio me dijo que el miedo hace ver fantasmas, peligros inexistentes. Qué difícil será que lleguen a aceptarse y puedan convivir en paz y tranquilidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario